Ego

—¿Dónde estoy?

—En un lugar que pocos conocen.

—¿Quién eres tú?

—Debes descubrirlo. Acompáñame.

—Está muy oscuro, ¿acaso es de noche?

—No todas las noches son oscuras.

—No veo el camino, voy a caer.

—No necesitas ver el camino, sigue tus instintos.

—Déjame tomar tu mano para que me guíes.

—Está bien.

—¿Qué es esto? ¿Un cuerno? ¿Eres un unicornio?

—Tener un cuerno no me hace unicornio.

—Dijiste que me dejarías tomar tu mano.

—¿Y por qué no la tomas?

—No la enc... ¿no tienes manos? ¿Por qué prometes algo que no puedes darme?

—Yo no prometí darte mi mano, tú preguntaste si podías tomarla y yo no me negué. Toma, coge ésto.

—¿Es un ala? ¿Eres un dragón?

—Tener alas no me hace dragón.

—¿A dónde vamos?

—A donde quieras llegar.

—Se escucha la lluvia, ¿por qué no nos moja?

—Por más inevitables que parezcan, ciertos acontecimientos son imposibles de consumarse a menos que se permita que ocurran.

—¿Falta mucho?

—Lo necesario.

—¿He muerto?

—Morir implica haber vivido.

—¡Mira, luz! ¡Ya llegamos!

—La luz no siempre es el final del camino.

—¿O sea que aún no llegamos?

—Algunas veces "a veces" no es esa vez.

—No te enti... ¡Dios mío!

—A veces mío también.Y ésta vez "a veces" sí es.

—No es posible... ¿Cómo?... ¡No, no, no! Es que... tú eres... yo soy...

—¿Imposible que tú seas un ángel y yo sea un demonio, pero seamos la misma imagen?

—Sí, bueno, no... ¿me matarás?

—¿Por qué lo haría? ¿Tengo motivos?

—No... creo que no, pero... eres un demonio, eres malo...

—¿Solo los seres de maldad matan?

—Sí... eso creo... no sé...

—Tranquilo, no te mataré. 

—Entonces... ¿qué harás conmigo?

—Ya hice lo que tenía que hacer contigo. ¡DESPIERTA!...