Me dices que escribes dulces melodías, mas yo no creo en
tu canto. 
Sabes acaso, Sirena, que cuando te escucho no lloro ni al
mar me desplazo.
Ser de las sombras que hechiza mis ojos, ni mal ni bien
vas a morir 
en mi noche o en mi día o en la inmensidad del universo.
Ángel desterrado. 
Como quisiera dejarte cual cascarón, frío, muerto. Tal
como el alma 
 reposa en el suave
lecho que hace a veces de tu cuerpo. 
Muerto como tus ojos tornasolados  aterrando a mi corsario pecho.
O vivo, como mi odio radiante por la curiosidad que te
tengo. 
Me diste acaso, al caer la noche una droga que en el día
extingues. 
Quiero tenerte en la luna, no vencerme en la luz de tu cotidianidad.
Volverme Parca de tu vida, acabar de ti todo cuanto no
tienes.
Tu verdad es para mí extranjera de fugaces sueños, eres
fantasía. 
He podido compartir, dormida, las melodías dulces y
ficticias. 
Puedes ser sortilegio de la caja de Pandora, mas al caer
el manto oscuro 
y entrar en las aguas de mi mundo, suave canario de
radiante belleza eres. 
Un demonio, solo cuando es mío, en ángel se convierte. 
 
 
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