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sábado, 11 de febrero de 2012

Los árboles de manzana

Esta es la historia de Georgina, una chica que compró una hermosa casa en un suburbio. La casa le fascinó desde un principio: bien ubicada, un vecindario tranquilo, barata, una fachada linda, todos los servicios, pequeña pero espaciosa; todo lo que ella necesitaba. Lo que más le fascinó fue el patio: césped verde, flores por todos lados, enredaderas bien cuidadas cubriendo la barda, una fuente en el centro y, lo más importante, dos árboles de manzana (sin manzanas aún): uno -el que estaba al frente-, era bello, rebosante en verdor, enorme (para el tamaño de un manzano) y el otro -el que estaba excluido en el fondo del patio-, horrible, seco, pequeño, totalmente desacorde con el patio; sin embargo, Georgina lo vio como un detalle insignificante, pues todo lo demás estaba bien para ella, solo era cuestión de cortar el árbol feo y todo sería perfecto.

Pasaron algunos días después de mudarse a su nueva casa y, contra todo pronóstico, había decidido dejar el árbol -feo- de manzana con vida, no lo cortó; no era importante, nadie le prestaba atención.
Ella a diario cuidaba su hermoso patio, incluso plantó orquídeas al rededor de la fuente. Regaba y cuidaba de sus plantas, de sus flores y claro, del árbol -bonito- de manzanas (que aún no daba frutos); aunque no cortó el árbol seco, tampoco le interesaba cuidarlo, ¿para qué? Seco estaba y seco seguiría, ¿para qué darle cuidados a algo que jamás daría frutos? Era innecesario.

Pasados algunos meses, Georgina comenzó a ver un serio cambio en su patio: todo lo que ella vio hermoso durante la primavera y el verano comenzó a secarse, incluso aquél frondoso árbol de manzanas.
Llamó por teléfono a uno de sus amigos, él sabía de jardinería. Cuando su amigo vio lo sucedido le explicó que se excedió en cuidados con su patio y por lo tanto lo erosionó. A punto de partir, Alejandro se percató de algo muy curioso: en el fondo del lugar había un árbol hermoso, frondoso, verde, tapizado de manzanas. Aquel árbol seco, descuidado y abandonado se transformó en lo único bello de ese patio.



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