Durante algunos días, al despertar, la vi durmiendo del lado izquierdo de mi cama. No sé cómo ni por qué llegó; un día por la mañana así, sin más ni menos, la vi ahí, a mi lado, durmiendo como si nada, atravesada en la cama, con la cabeza colgando, sus piernas de mi lado de la cama y yo sin almohada porque ella la abrazaba como si fuera alguno de sus múltiples amantes; una sonrisa esbozada en su boca y su rostro reflejaba un gesto de tranquilidad que yo nunca antes había sentido.
En primera instancia me hizo recordar a esa otra mujer que durante tantos años de mi vida también durmió del lado izquierdo de mi cama y que un día de hace casi dos años se fue para ya nunca regresar, me hizo recordar a esa mujer que dejó vacante el lugar izquierdo de mi cama, el lugar que durante los últimos días ocupó esa chica.
Quizá quiso hacerme compañía pues estos días no han sido tranquilos para mí, quizá no tenía donde dormir y pensó que mi cama era un buen lugar, quizá solo quería saber qué se sentía dormir con una mujer. Quizá fue ella... quizá no hubo ella, quizás era yo.
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