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lunes, 4 de junio de 2012

Parte 1 y parte 2...

Se puso los botines de la hermana de su abuela para brincar en los charcos que se hacen en la entrada de su casa. Hermelinda no puede escuchar bien del oído izquierdo, (sólo ella sabe su desgracia y qué se la causó), así que siempre está dando el oído derecho a la calle, donde como cada día Fidencia, la vieja que vende leche, lleva a trabajar a su hijo, un buen mozo. La vieja es el diablo y muy carera, pero éso sí, tiene un chamaco hecho un cuero. El chiquillo también quiere tener sus quereres con Hermelinda. Y como es muy penoso, no puede ni voltear a ver a la sordita, pero le mueve la campana a la vaca para que ella lo voltee a ver.

Tiene mucho sarro en los dientes, es más, tiene más sarro que dientes, le huele la boca a antaño. Se sienta en una silla hecha de palma que compró a un ambulante por la grosera cantidad de 100 pesos con regateo. No sé si recuerda que a su esposa la conoció tocándole la campanita a la vaca, o al menos si aún recuerda que tiene esposa. Ya no es un cuero de muchacho. Ya es bastante viejo para saber q...ue un día lo fue. Ahora me toca a mí verlo cada que voy a la tienda de Mauricio. ¿Y cómo sé que a su esposa la conoció de esa manera? Bueno, porque ahora mi madre es esposa de su hijo. Mi abuelo es mi vecino, y mi abuela, bueno, mi abuela sabía que como al inicio, su marido terminaría por no hablarle. Así lo ama.
Ximena Cuevas.

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