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jueves, 22 de noviembre de 2012

Two gentlemen

Eran el opuesto de cada línea. Uno ya estaba en el pasto, maduro y dulce; listo para comerlo… o mejor dicho para que él comiera. El otro estaba arriba de un árbol, aún mirando hacia el pasto, donde mil señoritas de piel nívea, obscura, bronceada, lo esperaban con los sexos hambrientos y los senos listos. Siempre he pensado que es un caballero y que, según él, seguiría escogiéndome a mí. Yo no enseñaba mis senos, yo mostraba mis desnudes interior, así que por eso era complicado saber de mi existencia. 
Eran dos hombres totalmente distintos. La filosofía de vida, el modo de hablar, de comer, de beber, de darme un beso, de tocarme, de decirme mil cosas sobre una belleza inexistente. Pero siempre hubo una cosa en común: su amor. Yo los adoraba a los dos, los engañaba a los dos, pero nunca falté a mi lealtad. 
Con el que más convivía era con el anclado al árbol, me encantaba la inocencia de su mirada, la paz de su ser, la forma tan pasional de amar, la sublimidad de su ser. Uno hombre que todas las mujeres de 40 quisieran tener. Pero yo era afortunada de poseer algo que está restringido: yo era parte de su vida, y él de la mía. Sin duda yo lo amaba.
El otro hombre es más discreto. Su forma de querer era distinta, complicada muchas veces. No sabías cuando era sí y cuando era un no. Era imposible de suponer que tramaba, era imposible leerlo, cada movimiento está implícito una pequeña mentira. No sé si sea mentiroso, por alguna extraña razón yo le creía, pero ¿porqué?, no sé. Muchas veces llegué a suponer que, cómo era muy semejante a mí, podría pensar que era como tenerme confianza… (si es algo raro… jajajajajaja). A veces no lo entiendo y me da miedo, a veces no me encanta del todo su vida y otras veces es tan manejable entablar una plática que se me pasan las horas. 
Nunca he comparado a esos dos hombres que, para mí, son preciosos. Nunca he dicho que quiero uno más que al otro. Los dos son parte de mí, son parte entera de mi vida. Uno es el conocimiento de mi edad, de mi tiempo presente y otro es el conocimiento de que en esta vida el que quiera volar tiene que romper un mundo. Son mis dos hemisferios importantes y enigmáticos. 
A pesar de que tienen dos formas distintas de ser, los dos son unos seres enigmáticos, importantes y más que nada, les importo. Y a mí me importan. Los amo.
Los caballeros que me besan, me aman y desean que sea suya… ¿será?


C.V.

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