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martes, 24 de enero de 2012

Hoy tuve un sueño

Ves cosas y dices,"¿Por qué?" Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo, "¿Por qué no?". -George Bernard Shaw

23:27 hrs. Debería estar terminando mi tarea, pero de mí se han apoderado de forma más que inminente las ganas de escribir algo.

Hoy tuve un sueño. En el estábamos tú, yo y un personaje a quién llamaremos Libia Pomelos, quien vaya que recoge la esencia de Pomelos, el espíritu de la guerra y la batalla.

Decía, tuve un sueño, ¿hasta qué punto pudiese denominarse un sueño? El término adecuado debería ser pesadilla. Se convirtió en pesadilla cuando en mi sueño aparecías tú. 

Encontrábame en la escuela, rodeada de amigos y desconocidos, cuando de la nada todos se iban, me dejaban sola a merced de tu presencia y tus memorias. Te encontraba como lo he hecho tantas veces, te observaba como cuando descubrí el cantar secreto de tus ojos morenos, sonreía como la última vez que te abracé y sentí con mis manos el calor de tu cuerpo, temblaba como la tarde de nuestro primer beso. Veía cómo caminabas con ese andar calmoso con el que siempre te recuerdo, de un lado a otro ¿Qué esperabas? De repente parecías encontrar camino fijo y te dirigías a tu destino mientras yo contemplaba la escena y pretendía enervarme con tu esencia. Te acercabas a Libia y frente a mis miradas furtivas le obsequiabas un beso, de esos que se dan con el alma, que roban el aliento de un suspiro, esos que no se dejan al aire sino que se guardan para los labios del amante. Acto seguido mi corazón se marchitaba como lo hace la vida con el pasar de los años, lo sentía romperse cuales olas en las playas de San Blas, sentía que el alma sangraba mediante eso que llamamos lágrimas y de pronto...

¡Alabado sea el despertador! Jamás imaginé agradecer al reloj el irrumpir mis sueños; sin embargo en esta ocasión hago la excepción. Hace tiempo no tenía una pesadilla de esas que al despertar es casi imposible agradecer a la existencia el que no haya sido cierta.

Por la tarde sucedió algo que no me esperaba: Libia se acercó, me tomó del hombro y me habló. La reconocí de inmediato cuando sus ojos se encontraron con los míos. Entonces recordé que Libia Pomelos existe y tal vez aquello no haya sido un simple sueño. Parece que el espíritu de la guerra y la batalla ya se encontraba aquí desde hacía tiempo.

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