Hoy quiero declarar, eres un mal vicio.
Sí, lo eres, hoy lo puedo gritar, hoy te lo quiero confesar.
De los peores dolores, tú has sido uno en mi vida, me hiciste tanto daño con tu partida, y más aún, con los motivos de ésta, tanto mal me hiciste que aqui me tienes presa de mi mente, escribiéndote. Escribiéndole a tu buen recuerdo que aún puedo ver.
Charlando contigo por la madrugada supe que no podía dejar de hablarte, que no soy alguien que te pueda guardar rencor, no, no puedo hacerlo. Debería detestarte, satanizar tu recuerdo, ver todo lo malo, pero ¡no puedo!, me es imposible mostrar rencor ante esa "inocente sonrisa", ante esos "ojos sinceros".
Todo es mentira, lo sé, no eres la buena persona que pareces, eres terrible, egoísta, insensible, eres culpable, en mis peores momentos me hiciste conocer la suerte y todo fue una burla que culminó en perderte....
Pero el día de hoy charlé contigo, sin desearlo mi nariz pudo apreciar el aroma de tus manos, un olor tan familiar, tranquilizante, un olor lleno de sonrisas...
No te quiero como nada más, te quiero como a un amigo, ¿Cómo puede ser eso posible?, ¡Te debería odiar!. No puedo creer que aún te ofrezco una sincera amistad.
Es que tus bromas, tu manera de hablar, me hacen feliz, eres como otro hermano, tienes esa chispa extraña que hace que quiera reir, que olvide el odiar...
Disculpe señor rencor, disculpe señor dolor. No puedo guardarlos dentro de mi corazón.
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